Grupo Bancolombia es una de las entidades financieras más importantes de Latinoamérica con casi 20 millones de clientes distribuidos en 4 países: Colombia, Guatemala, El Salvador y Panamá.
El motor que pone en funcionamiento la maquinaria de este gigante bancario reside en este mantra: Negocios buenos (rentables) y buenos (para todos).
Esta naturaleza en la que conviven cabeza y corazón es la que motiva las innumerables iniciativas que Grupo Bancolombia lleva a cabo para trabajar en pro de la construcción de bienestar.
Sin duda, una de las áreas de actuación en las que se concentran dichas iniciativas es la sostenibilidad.
El reto que se nos puso sobre la mesa fue definir una estrategia y una propuesta creativa para ocupar este territorio de forma legítima y veraz, en un contexto en el que el greenwashing está a la orden del día.
“Hemos tratado el mar durante mucho tiempo como una cuenta bancaria de la que todo el mundo saca y en la que nadie hace un depósito”.
Para resolver el reto que se nos planteó, pusimos la vista en el mar y en este diagnóstico que de su situación hizo Enric Sala, oceanógrafo y miembro del programa Pristine Seas de National Geographic.
¿Con qué metáfora más cristalina que ésta podría un banco tomar y ayudar a tomar conciencia de la situación tan límite en la que se encuentra el mar? No había ninguna otra :) Por eso decidimos que era el momento, por fin, de que el mar fuera titular de una cuenta bancaria cuyos fondos se destinaran a cuidar de él y de aquellos que viven de él y para él, en particular, y de todos en general.
Para comunicar el nacimiento de este producto bancario sin
precedentes, decidimos no construir mensajes desde la negatividad y el mood apocalíptico, sino desde la esperanza, el reconocimiento de todo lo que el mar nos regala y desde la posibilidad de revertir el daño causado.
Quisimos, en todo momento, que los ciudadanos fueran conscientes de que, vivas donde vivas, el mar y todo lo que nos regala están muy cerca, tanto como el oxígeno que respiramos, incrementando así el grado de empatía y proximidad con el océano.
Otro aspecto que no quisimos descuidar fue la legitimidad, por eso el grupo bancario no solo habla, sino que pasa a la acción: los bancos que forman el Grupo Bancolombia (Bancolombia - Colombia -, BAM - Guatemala -, Banistmo - Panamá - y Banco Agrícola - El Salvador -) fueron los primeros en aportar a La Cuenta del Mar. Dichos bancos se aliaron con entidades e instituciones de sus respectivos países y financiaron iniciativas locales cuyo objetivo fuese cuidar del mar: Bancolombia y Banco Agrícola apostaron por los manglares colombianos y salvadoreños respectivamente, BAM por la conservación de las tortugas marinas de las costas guatemaltecas en peligro de extinción, y Banistmo por la dinamización y conservación de la biodiversidad de la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá.
Así como el pesimismo no se filtró en nuestros mensajes en TV, Radio, OOH, Vallas, Prensa, Cines, Redes Sociales…, tampoco lo hizo en la dirección de arte que dio forma a la campaña.
El mar, su riqueza y su gente en su máximo esplendor plasmado en imágenes son los protagonistas de unas piezas de comunicación, con las que, además, contribuimos a consolidar una identidad de marca aún joven. Un ejemplo especialmente relevante de esto último es el tratamiento de uno de los elementos más icónicos de esta identidad: sus trazos de colores. Para que dichos trazos construyeran marca y a la vez aportaran significado a esta campaña y temática específicas, se transformaron en pequeñas pinceladas de colores que evocaban gotas de agua salada o peces pequeños que dibujaban olas y bancos de peces atravesando el material fotográfico que presidía las piezas.
Este proyecto, mastodóntico y laborioso como pocos, nos deja una gran satisfacción y sabor de boca, más allá del gran impacto y los buenísimos resultados que obtuvo. Y es que nunca una campaña fue tan “360", nunca una campaña acabó alcanzándonos a todos: estés en Ciutadella, Santiago de Tulú, Chigasaki o Durban, a todos nos baña el mismo mar.